El Viejo Circo

 A veces tanto me enfado,

me rebelo, conmigo me indigno

a saberlo todo tan mezquino.

Día a día inhumano, vergonzoso.

 

¡Para vida, que no aguanto!

Anacoretas os entiendo,

sobre quien se evade medito

y el solitario mendigo

se vuelve el libre y sensato.

 

¿Hay refugio para el desconcierto?

Desquiciados campestres y urbanos

alegremente dejan el sano juicio

en los contenedores amarillos

ante las teles, periódicos y radios.

Agitadores de prejuicios de plástico

son las cadenas del amarillismo.

Lo mordaz e incluso lo cáustico

es jugar un rato al verdugo

y a la vuelta de publicidad

lucir la careta del victimismo.

Bajo un foco de rabioso amarillo

dar al azotador anuencia

sobre el cordero fiel y masoca

inmolándose por la audiencia

en riguroso directo y en diferido.

 

¡No hay refugio para el desconcierto!

Ni hay lugar para el sano debate,

es todo una cuestión de dinero

a lo zafio llamarle entretenimiento.

Es una cuestión de patrocinios

iluminar la pista y dar el circo

que ya inventaron los romanos.

Los poderes están dislocados:

el cuarto sube al podio más alto.

en andas llevado por la anglófona troupe

de los ''likes, influencers, haters y nets

que desde todos los nuevos medios escupen

sus filias y fobias rumbo al orbe.

 

 

 

 ©Marvilla  

Terrassa, 10 de Agosto 2019

Coplas Del Fin Del Mundo

Los casquetes polares lloran

dulces ríos turquesa sobre los mares,

cruzan como cálidas cuchillas

rajando las eternas llanuras gélidas

que bogan como buques fantasmales;

serán devoradas por aguas sofocantes

a la deriva en esta debacle sistémica.

 

Los glaciares con sus siglos de sueños

envueltos en una danza de muerte,

perdida su emblemática dureza

en el cambio que derrota sus cumbres,

murallas de hielo crujen de flaqueza

con el estruendo de la incertidumbre,

en el vacío se precipitan como suicidas

inconscientes y erráticos de pesadumbre.

 

Los calamares ingenuos ilusos suben

lunáticos desde los atezados abismos

hacia el sebo irresistible de las luces

de los pesqueros imitando fanales;

bruto plagio de la luminosa luna franca;

ya saborea el calamar escamas de plata

y en el festín prometido esta la trampa

de las pacientes redes que le aguardan.

 

Las abejas liban golosas el néctar floral

un ejercito se reparte el florido paisaje

solo si hace bueno al campo saldrán

pero hoy el niño o la niña van enfadados

como infantes con manías de pendencias

crean condiciones frecuentes de tornados,

olas de frío, y todo tipo de inclemencias;

friolentas las abejas en este clima se quedan

aún viendo como su vida y alimento peligran

calentitas y a la orden de la jefa en la colmena.

A este paso pronto se extinguirá el sabroso

placer de la miel sobre una tostada crujiente

pero antes callarán los zumbido laboriosos.

 

Corales milenarios como líquidos bosques,

refugio y sustento de vida y milagro

de miríada de especies colores y formas

sufriendo océanos cada vez más ácidos;

y como tú de súbito muy asustado,

arrecifes se revuelven mortecinos y pálidos,

fantasmas son de un edén otrora dorado,

todo el rico ecosistema se ve abocado

a la tristeza y muerte en un fin aciago.

 

Estas son algunos de los lamentos tristes

que suenan por las aguas profundas y costas

pero se cantan así mismo por toda la tierra,

por el aire, la estratosfera y el subsuelo;

por todos los rincones se oyen estas coplas

del antiguo planeta azul que llamaron tierra.

Son las coplas del final de un mundo

por tanto entono este son como una esquela,

la de estas coplas que hablan de fracaso

y es mi especie la que alumbra este ocaso,

por eso me duele aún más este poema

por las luces y sombras de los humanos.

  

 

©Marvilla  

Terrassa, 10 de Agosto 2019