Kiki de Montparnasse o la Reina de la Bohemia Parisina del Siglo XX

En 1901 en un pueblo de la borgoña francesa llamado Chantillon - Sur - Sienne nació Alice Ernestine Prin, hija ilegítima de una joven linotipista llamada Mari Prin y un carbonero de apenas 19 años llamado Maxime Legrós. Nunca llegaron a casarse y finalmente Alice fue dejada al cuidado de su abuela.

 

Unos años después nace su álter ego Kiki de Montparnasse, en el París bohemio y efervescente en la frontera de los años veinte. Fue su boca sensual, su desparpajo y sobre todo su espíritu libre el que la llevo a posar para tantos y tantos artistas rebeldes que querían contar el mundo nuevamente. Fue talismán para infinidad de ellos y su imagen los acompañó a la gloria. Este multicultural ejercito de creadores, libérrimos como ella, bebieron los vientos y mucha absenta, como ella. Nunca vendió su cuerpo, aunque fue la amante de muchos de esos artistas y no solo el pincel, también la pluma y la cámara recibieron la inspiración y la energía de cuerpo y alma de 'KiKi'.

Montparnasse región de huertos y graneros fue su reino y el de sus rendidos súbditos: los artistas. Allí, sobre las tablas de los insipientes cafés, bistrots y night-clubs que titilaban por el lugar, se la oyó cantar atrevidas canciones y rió la concurrencia, con sus comentarios mordaces. Con esto y sus desnudos para los artistas que caían bajo su embrujo se calentaba las entrañas en este París loco de entreguerras.

La Rotonde de Victor Libión la acogió, al igual que a los artistas paupérrimos, refugiado políticos y modelos. Ella encontró su ambiente ideal y campó a sus anchas en este entorno liberal y trasgresor. Finalmente encontró aquí a su 'familia'. Se pasaba hambre pero la diversión era un buen sucedáneo.

 

Un enigmático Man Ray un día irrumpió en su vida de forma fulminante y las fotos con que la inmortalizó la enamoraron del fotógrafo. El fue uno de los que mejor captó su 'magia', el que descubrió miles de Kikis bajo los líquidos de revelado. Fueron amantes durante años y la propia Kiki lo describió fielmente en una carta que le envió al artista: ''Siento un dolor en el corazón al pensar que esta noche estarás solo en tu cama, te quiero demasiado, sería bueno que te amara menos porque no estás hecho para ser amado, eres demasiado tranquilo. A veces tengo que suplicarte por una caricia, por un poquito de amor… Pero tengo que aceptarte como eres, después de todo eres mi amante y te adoro; vas a hacerme morir de placer, de amor y de pena. Te muerdo la boca hasta que sangra y me emborracho de tu mirada indiferente y a veces mezquina''. Finalmente convencida del desamor del artista, viajó a New York con un periodista y llegó a estar a punto de hacer una prueba 'para el mayor invento del mundo', en la Paramount. Pero no pudo aguantar la distancia de su amante y regresó a París y se reconciliaron. Ese año Man Ray creo un icono del arte fotográfico 'Le violon d´Ingres.

 

Su final fue triste y como de los mejores melodramas. Una imparable decadencia de Montparnasse, la crisis y finalmente la guerra del 39 provocaron la diaspora de los artistas. Cuando acaba la contienda una sobreviviente Kiki de ojos sombreados, aguardentosa voz arrastraba su libertad, cantando sus viejas canciones. Nadie las quería oír. Su tiempo había pasado. Con su belleza lánguida y a punto de escapar solo le quedaba pasar el plato por unas monedas,... había vuelto al punto de partida. En una primavera del año 53 hizo mutis en la Rue Brea. Ese día se dictó sentencia, la bohemia del barrio más famoso del mundo: Montparnasse, agonizaba. Su reina y ese reino ya no son de este mundo. Vive entre las cuatro paredes de museos y colecciones particulares en todo el globo.

En el prólogo que Hemingway escribió para las memorias de Kiki, Les souvenirs retrouvés, dejó este diagnóstico:«Kiki reinó en esta era de Montparnasse con mucha más fuerza de la que nunca fue capaz la reina Victoria a lo largo de toda su existencia».

 

 

Nunca dejaría su territorio, ese donde deslumbró con su insolente libertad. Esa que ofendía a muchos, pero que sentó las bases de la mujer de hoy, independiente y luchadora. Se le debe un homenaje a conciencia a una de las amazonas de la libertad. Descansa esperando su hora, en el cementerio 'que lleva su nombre' y digo esto porque sin ella, sin 'Kiki de Montparnasse' faltaría una pieza clave a la bohemia y el arte del siglo XX. Es ella sin duda uno de los habitantes más ilustres de ese puñado de tierra.

 

 

©Marvilla 

Barcelona 2016