Montevideo

Con aroma a mar y chillidos de gaviotas

respiras sal marina

por primavera te agitas ventosa

tan fúlgida estival

lates nebular por otoño pluviosa

en tormentas te agitas

invernal más oceánica casi acuosa

en un gris trascendental

melancólica o adormecida

te espabilarán bandadas de cometas

ronroneando coloridas

y el bullicio del carnaval

que marca tu ancestral ritmo vital

la geometría de tus arterias

verde fuerza de la sabia

fuerte sangre mulata

guanche ibérica atlántica

salvaje negra africana

y la indígena garra mítica

han gestado tu especial carácter

nacido a fuego lento

macerado al calor

en humo sazonado

dan el cariz de tus gentes

la paz de sus ademanes

en humo impregnados

quizás allí radique tu nostalgia

entre ritmo de tambores

o entre tangueros acordes

se ha forjado tu sabia prudencia

sin embargo eres abierta

cual la península en que te asientas

tierra de emigración

acogedora atenta

muestras sin pudor tu corazón

tiendes manos

tiendes puentes

generosidad en franca comunión

por eso los que te conocen

al igual que yo

muchas veces te sueñan

no pueden evitarlo

te apropias un poquito del alma

de las personas

como enganchada

se queda a tus calles arboladas

se mezcla con la arena

en el rumor de olas de tus playas

en el cálido sabor

de una ronda fraternal de mate

casi trasunto del amor

en sana complicidad

te entrega ella sus secretos

en confidencias de intimidad

al oído te recita un soneto

de un libro que huele a viejo

mientras suena un bandoneón triste

bajo un inefable azul cielo

y entender que sin duda, Dios existe.

 

 

©Marvilla

Barcelona, 19 de marzo 2016

 

 

Primera Aventura Extranjera

a mi hermano Luis Antonio Sautchuk

escribe la sangre y escribe el corazón

 

 No se si este apocalíptico calor

que hoy envuelve a la vieja Egara,

la música popular brasileña

que hoy pincha Radio Nacional de España,

invocando al genial Pixinguinha

que trae lloros sambando en su flauta,

o ese verso de Montero, palpitante,

impredecible que me encoge el alma

en este junio nostálgico de madres,

más otro año huérfano de paternos abrazos,

es suma potente de casualidades fortuitas,

que me invaden como una cálida oleada

aunando tantas emociones dispares,

me hacen volver, al entornar las pestañas,

hacia las sierras lejanas de la añoranza,

 

Un urubú en vuelo soy,

me deslizo en una ola de calor

indolente, subo a un fuego que abrasa y

por alusión regresan las playas de Santos.

Recreo el abrazo de mis emigrados hermanos,

los edificios formados, como una tropa

frente a la ancha alameda, un recto batallón

junto a morros y canales que hoy me abocan

a emociones marinas, frente a este murallón,

al imposible olvido de íntimos paisajes,

de esa región de mi mapa, mi geografía:

praderas, simas, oquedades y valles;

selváticas, templadas, tórridas o frías;

despuntan soledades húmedas de arenas.

Leo una huella efímera en el agua;

en las olas que llegan y que no les faltan

misterios para poner a mis pies,

detrás la voluptuosidad de las palmeras

al ritmo del vaivén inmortal de las olas;

Inmortal como el urgente deseo de los cuerpos.

Ser una isla remota, esa sensación evoca.

Isla que espera la huella inmoral de un marino.

Nada mejor para un corazón impredecible

que tener 20 años y tanta tristeza que ahoga.

 

Los restos de mi historia deposito en la orilla

junto a la ajena resaca de otras vidas,

que finas lenguas de agua arrastran, adormecidas.

Renace la robada infantil inocencia

aunque anda cerca la sombra del vicio,

una mañana de aguas de marzo,

un deseo pueril invocado a un genio

cruza el horizonte como un cometa,

en una órbita perpendicular a la espuma,

donde nada el planeta del romance,

reluce la dádiva, de tus hoy amadas pupilas,

del amor de las almas bajo un sol brillante.

Del juego equivoco de los idiomas,

fabricando eslabones con risas potentes

se tejería la cadena de titanio trenzado,

uniendo los caminos de esta tierra y la mía.

 

Ahora que se nos abraza el tiempo

a las piernas rompiéndonos el paso,

evocando mi primer aventura extranjera

siento entre la vida y la diaria angustia

que esta realidad se tejió con certezas,

con resistentes hebras centenarias,

enlazando diamantes de pulcra delicadeza,

en menos ocasiones de las necesarias,

pero con la solidez que se profesa,

con las mismas leyes, de una familia.

 

 

©Marvilla

 Terrassa, 11 de Junio 2017