La Otra Orilla (Elegía Africana)

Exhausto luchador, llegas a la frontera,

peregrino en pos de digna vida

para ti un espejismo, una quimera.

 

Yo lloro por tu raza consumida,

que fue la fiable lanza de mi reino,

yo lloro por tu ruina inmerecida;

que nada vale tu orgullo africano

que con tenaz, cruel violencia mancilla

el bellaco que dice ser tu hermano;

ese astuto que desangra tu villa

en horas infinitas de diamantes

que golosa reclama la otra orilla.

 

Yo lloro por los dioses elefantes

que caen abatidos sin remedio

por turba con culpa, los traficantes.

 

Yo lloro tanto niño sin futuro,

que tal hambre ahoga tanto humo de infierno,

boca reseca, de moscas conjuro,

rastros de larvas, mustio cuajo materno,

el pellejo dónde no surge gota,

suena como clamor de un llanto eterno,

o suena a metralla, a guerra que brota

que en mano virginal coloca un arma,

ha muerto el candor, la infancia se agota,

por mercenario cómplice en el drama

por más saqueo, que esquilmará tu tierra;

ya se asoma un nuncio a dar su soflama.

 

¡Cobre,hierro, cromo, eres de oro becerra,

maldita esclava eres de tu opulencia!

Pactos,tramas; te violan como a una perra,

las empresas que medran a conciencia

son inhumano nido de culebras,

sin piedad forjando tu decadencia.

 

Ay pobre vergel salvaje de fieras,

de altivos árboles centenarios,

vencidos,como evitar que sufrieras,

por brutos que celebran tus martirios,

jurando que practican real deporte;

solo veo yo de poder delirios.

 

Esta basta África que sangra inerte

mira su bella tierra abandonada

presintiendo que esta herida de muerte,

ve tanta vida por el hambre acosada,

ve la otra orilla con tanta abundancia,

la huida acepta...,ya callando cansada...

 

Sirenas cantan con dulce violencia

-seréis agraciados en esta orilla,

existe aquí el reino de la decencia-

 

Llegan por arenas, y por mar que brilla

mujeres,niños, bebés, hombres..., todos

como fiera que huye de una pesadilla,

perdiendo muchos el alma en los recodos,

como el vil saldo de niños violados,

o al mar la cuota de sacrificados

que en sombríos cayucos hacinados;

que antes fresco pescado portaron,

llevan hoy en sus redes, ruegos atados,

rezos que a sordos dioses imploraron:

¡¡Parad ya la ira de esta mar infernal !!

 

Testigos que a los desdichados hallaron

cuentan los despojos por el arenal.

Calmo al fin, el mar llega a la orilla

con su rebozo de espuma maternal...

 

 

 ©Marvilla 

Barcelona, 26 de julio de 2014

 

 

La Ronda de las Palabras

Palabras rondan mi almohada

invaden mi noche, son mensajeras

no tienen prejuicios, libres palabras

que hechizan con cantos de fadas.

Sugieren, anhelan

que cree poemas

palabras infinitas, que besan

seductoras, como promesas.

 

Me enredan, pobre vate,

con sus filigranas de letras,

en mis noches, son constantes,

soy instrumento, todo zozobra.

Son por el día, son obsesión,

ideas envían, arquitectas

ingeniosas, dirigen mi acción.

 

 

Palabras mi mente rondan

solidarias tienden puentes

entre abismos, me salvan,

palabras pasan que hunden cuchillos

o que suave mecen mi alma.

Hay otras palabras como latigazos

de las que brota un alarido.

Las hay lúbricas, bombones de licor

derritiéndose como suspiros.

 

 

Y todas silenciosas, o chillonas,

constantes me rondan,

con paz de fresco claustro,

palabras de luminosa paciencia

o como charcos de negro lodo,

germen de la prepotencia.

A ninguna descarto,

a todas amo, son inocentes.

 

 

Para todas tengo oídos

pueden ser bisturí que rasgue

salvador, preciso,

o en mi mano torpe

sucio filo que desgarre,

ellas sumisas, ellas rebeldes,

mi hoja en blanco rondan,

mi mullida almohada, impenitentes,

se cobijan bajo mi sombra,

no entiendo amigas tanta constancia,

tanta fe, tanta esperanza

en este aprendiz de poeta,

al que rondáis como caricias.

 

 

 

©Marvilla 

Barcelona, 19 de mayo 2016